• La Mermasol, un lugar donde el tiempo se detuvo
    La Mermasol, un lugar donde el tiempo se detuvo
Como una postal del pasado, a un costado del Puente Fiscal se oculta la población Mercedes Marín del Solar > En la actualidad, el lugar, donde habitan mayoritariamente personas de la tercera edad, está en la palestra debido a que los vecinos indican que las obras de mejoramiento de la Ruta 5 Norte afectarán su calidad de vida.

La construcción de la doble vía entre La Serena y Vallenar era un viejo anhelo de dos regiones del país que por fin se está materializando. Las autoridades y gran parte de la población celebran la modernización que experimentará la Ruta 5 Norte. Y es que la inversión es millonaria y con 12 nuevos enlaces más 16 nuevas pasarelas, el rostro y la eficiencia de esta carretera definitivamente cambiarán.
Pero no todos están contentos. En La Serena, existe una villa de 70 pequeñas casas que datan de los años ’50. Se trata de la población Mercedes Marín del Solar, más conocida como la Mermasol. Para ellos, fundamentalmente, la construcción de un nuevo Puente Fiscal, muy cerca de donde están emplazados -el que también está incluido en el proyecto de la doble vía- representa un problema, ya que, aseguran, los trabajos implicarán una merma sustancial en su calidad de vida, la que ya consideran baja, debido al supuesto abandono y el olvido por parte de las autoridades que hoy acusan los habitantes de este particular barrio de La Serena.

SÓLO LA PUNTA DEL ICEBERG

 Pero más allá de la contingencia, el conflicto que hoy enfrenta la población Mercedes Marín del Solar ha traído una vez más su nombre a la palestra. Y es que poco y nada se habla de este barrio y pareciera ser que nadie fuera de él conoce los secretos que guarda este misterioso lugar. Nosotros quisimos develarlos. Por ello, estuvimos acompañándolos con sigilo durante dos días. ¿Qué hace a esta población un lugar tan especial y único? ¿Quiénes viven ahí? ¿Se sienten efectivamente abandonados? Fuimos en busca de respuestas.

LA FRASE

Lo que vamos a exigir es que nos reparen nuestras casas antes de que empiecen a construir

Nicole Bembow
presidenta de la Junta de Vecinos de la Mermaso

CUANDO EL RELOJ DEJÓ DE AVANZAR

Acudimos un día lunes cualquiera y ahí estaba. Oculta. Casi a la altura de calle Almagro, cruzando la línea férrea en dónde La Serena se fragmenta. En el sector del viaducto bajo el puente fiscal se esconde la población Mercedes Marín del Solar. 

Al entrar, da la impresión que el tiempo se hubiese detenido. El barrio está totalmente aislado del ámbito urbano y a las 14 horas de un día de semana, aquello se nota.
Es un lugar diferente. Rápidamente el sonido del viento se hace audible y alterna con la irrupción estrepitosa del paso de algún vehículo pesado que atraviesa el puente, justo encima de nuestra cabeza.
¿Dónde está la gente? No lo sabemos. Damos una vuelta por la villa y simplemente no hallamos a nadie. Luego de transcurridos unos minutos, por fin encontramos a María, una anciana cuya edad no nos revela, pero quien es una de las más antiguas residentes del misterioso barrio Mermasol. “Es que aquí hay puros viejos nomás, que casi ni salen, los más jóvenes deben andar trabajando”, dice la mujer que, según notamos, desde hace un rato nos observaba, en silencio.
Lo que dice María es cierto. Y es que en esta población, más del 80% de quienes la habitan corresponde a gente de la tercera edad. “Dicen que somos un pueblo fantasma”, agrega, mirándonos con sus ojos profundos, al tiempo que enrolla sus dedos en la delgada reja de su casa, como aferrándose a ella.
El tiempo que estuvimos hablando con la mujer fue suficiente para que otras personas comenzaran a salir de sus casas, así lo predice ella misma. “Péguese otra vuelta ahora, no ve que los viejitos salen a tomar el sol, ya deben andar por la calle”, dice María.
Dicho y hecho. Avanza la tarde y la gente comienza a salir afuera. Desde la esquina del segundo pasaje vemos cómo, donde termina la calle, una anciana recoge su ropa en un tendedero de uso común situado en plena vía pública. Una imagen imposible de ver en otro lugar de la ciudad.
Los lugareños caminan acompañados de sus perros y algunos cruzan de casa en casa. Y es que en la Mermasol pareciera que todos se conocen.
Nos quedamos observando por más tiempo, sin intervenir. Uno que otro auto circula, llega y se va. Silencio y de nuevo silencio, ruido estrepitoso de los camiones sobre el puente fiscal y de pronto… el tren. El piso retumba, incluso más que con el paso de los camiones.
¿Y esto pasa todo el tiempo? Es la señora Gladys Tapia quien nos lo cuenta. Ella, junto a su amiga Enriqueta Pozo, tejiendo un chaleco de lana, sentada en un bloque de cemento, representa la imagen perfecta de lo que hoy es Mermasol: Una población de adultos mayores que simplemente esperan, no sabemos muy bien qué, pero esperan. “Sí, si pasa todos los días y a cada rato, pero ya estamos acostumbrados al ruido, a los movimientos, a todo. Han sido tantos años”, dice Gladys, quien se detiene para dar paso al sonido de una nueva máquina que se desliza por el paso sobre nivel.
Cuando retorna el silencio, es su amiga la que arremete. “A mí sí me molesta esto”, afirma Enriqueta, quien está cansada de la situación. “Lo que pasa es que yo ya soy muy mayor y tengo mis achaques. Soy enferma del corazón y vivo sola. Aquí es un poco aislado y no quiero seguir así”, dice, mientras cabeza gacha continúa con su trabajo manual. “Aparte del ruido es el movimiento. Si aquí los temblores ni los sentimos, porque no sabemos si es temblor o el tren”, agrega, casi sin mirarnos.
Cuando nos despedimos de Gladys y Enriqueta al final del pasaje, la mujer que habíamos divisado recogiendo la ropa continúa en el mismo sitio, nos acercamos mientras ella parece aguardarnos con un rostro casi inexpresivo. Vemos una capilla muy cerca de la soga que sujeta sus vestimentas recién lavadas y es el pretexto que utilizamos para abordarla. “Y esto lo abren alguna vez”, le consultamos en alusión al pequeño templo que está cerrado con candado. “Los días sábados hacen una misa”, responde con la voz temblorosa de mujer octogenaria, Nora Marín.
Ella dice vivir ahí desde hace más de 50 años, cuando llegó junto a su esposo e hijos. Ahora su realidad es distinta, puesto que enviudó hacia un par de décadas y vive sola con su hijo. “Estoy algo enferma, como todos los viejitos acá, pero me las arreglo. Mi hijo trabaja y la verdad es que estamos bien. No hay población en La Serena más tranquila que esta”, asegura Nora, mientras trata de alcanzar unos pantalones verdes femeninos desde el tendedero.

LA CIFRA

70

viviendas son las que forman el conjunto habitacional que data de la década de los ‘50.

UNA ENCRUCIJADA

Desde hace décadas que se sienten en el olvido. “Es que parece que nadie sabe que existimos, como que estamos en un hoyo”, dice, sin necesidad de que le consultemos, la señora Elsa Arqueros. “Es cosa de que vaya dos o tres cuadras más arriba y vea la diferencia que hay entre la calle Pedro Pablo Muñoz y aquí… totalmente descuidado”, continúa la mujer, también de la tercera edad, quien viste ropa elegante, puesto que va saliendo al supermercado.

Elsa, con una locuacidad que sorprende, hace referencia a la falta de espacios públicos que hay en su población. “Mire usted el tamaño de las casas y encima de eso, las calles tan estrechas. Es cierto que aquí una se acostumbra al igual que la gente que lleva varios años, pero no es posible que ninguna autoridad haya hecho nada, por ejemplo, para recuperar la cancha que teníamos aquí y que hoy es un peladero. (…) Sí, yo creo que estamos un poco descuidados, aparte de que nadie lucha por lo que quiere, yo creo que es hora de que lo hagamos”, afirma una enérgica señora Elsa.
Y pareciera ser que esta es la posición que ha adoptado la mayoría de los pobladores, quienes están molestos con la implementación de un nuevo puente fiscal muy cerca de ellos. Así lo afirma la tesorera de la junta de vecinos de la Mermasol, Nelly Ramos, con quien nos encontramos en la población. “Imagínate que ya es difícil tener un puente tan cerca, pero la gente se acostumbró, tenemos la línea del tren y la gente se tuvo que acostumbrar, y ahora otro puente. ¿También nos vamos a tener que acostumbrar?”, cuestiona Nelly. “Sabes tú que ya empezaron a mover las tierras y ni nos avisaron. Aquí hay casas que están apolilladas y con daños en las techumbres. Imagínate que pase algo en una y se produzca alguna desgracia, no quiero ni pensar (…) Aquí nos pasaron a llevar, porque nadie ha venido a reunirse con nosotros, y no sabemos qué hacer”, agrega, airada.
María Rojas, otra de las históricas habitantes de la población, coincide. “Con las máquinas moviéndose, el polvo que se está levantando es demasiado, yo soy enferma y soy adulta mayor como casi todos acá, y me hace mal (…) No quiero ni pensar lo que va a ser cuando pongan otro puente gigante al lado. No sé, debería haber más preocupación, que nos ayuden a reparar nuestras casas, que nos compensen con algo para irnos aunque duela, porque uno ha pasado la vida acá, pero en estas condiciones no se va a poder seguir”, asegura.

ALZANDO LA VOZ

Desde la empresa encargada del proyecto Ruta 5, han sido más que claros y el gerente general de la concesionaria Ruta de Algarrobo Jorge Maureira señaló a El Día que sí se efectuarán obras de compensación si fuese necesario. “Se conversó con la comunidad y para garantizar que producto de las obras no vayamos a provocarle daños a las viviendas, antes que partan los trabajos haremos un catastro, un levantamiento del estado de las viviendas, con un notario y con el dueño presentes. Terminados los trabajos, vamos a hacer el mismo catastro y se va a hacer un contraste de cómo estaban antes y después de las obras, si hay algún daño en el comparativo que sea vinculado a las obras, vamos a saber responder”, indicó Maureira el pasado 28 de julio. 

Pero aquello no ha dejado contentos a la mayoría de los habitantes del sector. Nicole Bembow, presidenta de la Junta de Vecinos de la población Mercedes Marín del Solar, asegura que hasta ahora, nadie se ha acercado a ellos para explicarles en concreto cómo los opdría afectar el proyecto, ni desde la empresa ni tampoco desde el Ministerio de Obras Públicas. “No nos dicen las cosas claras, dicen que van a compensar si pasa algo, pero ¿Van a esperar que pase algo? Eso lo encuentro insólito”, señala Bembow, a quien logramos ubicar luego de pasar un día entero en la población.
La dirigente está convencida de que ha llegado la hora de que la Mermasol deje de ser “la población olvidada” y que ocuparán esta coyuntura para hacerse notar y hacer valer sus derechos como pobladores. “Nos han prometido muchas cosas, por muchos años, pero es poco lo que cumplen. Aquí hemos tenido problemas con ratones, problemas con la basura y pareciera que nadie se quiere hacer cargo”, afirma Bembow, mientras mira hacia su derecha, avanza unos pasos y se empina hacia el muro que colinda con un predio donde a lo lejos trabajan unas máquinas. “Se da cuenta usted cómo ya están trabajando y entra este polvo. Y ni siquiera han puesto una malla. Pienso que no están cumpliendo (…) Lo que vamos a hacer es exigir que nos reparen nuestras casas antes de que empiecen a construir, en eso la mayoría de los vecinos está de acuerdo”, asegura Bembow. En tanto, casi como un fantasma, otra mujer se nos acerca. “La vamos a apoyar porque es por el bien de todos, esta niñita nos está ayudando”, dice la desconocida habitante de la Mermasol, tan desconocida como nosotros para ella, tan desconocida como el final de esta historia, tan desconocida y misteriosa como la propia población Mercedes Marín del Solar.

EL MOP RESPONDE

••• Consultados acerca de la problemática que plantea la población Mermasol, desde Obras Públicas, quienes fueron directamente emplazados por los habitantes del lugar, el seremi (S) Mario González Pose aseguró que desde el año 2008 se han efectuado reuniones con los vecinos donde se les entregó información respecto al proyecto y las medidas de control que debe efectuar la concesionaria en el lugar. 

Algunas de ellas tiene relación con la construcción de un muro de contención que permitirá generar áreas verdes, cancha, juegos, sistemas de iluminación y adicionalmente se implementarán pantallas acústicas entre la nueva doble vía y la población. Asimismo, la concesionaria ya inició la colocación de las mallas de retención de polvo para la ejecución de los trabajos y de requerirse también se implementarán pantallas acústicas móviles para aminorar el ruido que puedan ocasionar la ejecución de las obras.
Respecto a la petición de los vecinos de mejorar el estado actual de las viviendas, principalmente las techumbres, el MOP no posee las competencias para efectuar dichos trabajos ya que hoy día no tienen ninguna relación con el proyecto de la doble vía. Sin embargo y con el fin de controlar eventuales daños a las casas, atribuibles a la concesión vial, la concesionaria efectuará un catastro de la condición actual de las viviendas”, señalaron.
 

 

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