Una vez llegado el tan esperado verano; playas, piscinas, ríos y muchos otros lugares donde podemos disfrutar de un refrescante baño,  se tornan la principal atracción para niños y adultos. Lamentablemente es historia repetida cada año, la gran cantidad de muertes por inmersión que debemos enfrentar como chilenos.

Es de acuerdo a lo anterior, y estando en temporada de verano, que vale la pena preguntarse si nuestros niños(as) tienen las herramientas necesarias para desenvolverse por sí solos en el medio acuático.

En nuestro territorio, donde las posibilidades de acceso a espacios acuáticos son tan variadas, el saber nadar como un medio de prevención ante posibles accidentes se convierte en una necesidad primordial para nuestros niños(as).

Así como el aprender a caminar, que es un proceso natural, necesario y fundamental para satisfacer las necesidades de locomoción de las personas en el medio terrestre, el aprender a nadar es elemental para hacerlo en el medio acuático. Ambos tipos de aprendizaje requieren de la enseñanza, cuidado y supervisión de los adultos.

El aprender a nadar, a diferencia del aprender a caminar, cobra una relevancia fundamental muchas veces cuando más que ser de utilidad para vivir, es vital para sobrevivir.

Se dice que mientras más pequeños son los niños más rápido y fácil les resulta aprender a nadar, sin embargo el realizar esta acción requiere de cierta coordinación y maduración de los movimientos que de acuerdo a experiencias se logra a partir de los seis años en adelante, observándose realmente como la mejor edad para aprender entre los 6 y 8 años de edad.

Si su hijo(a) tiene menos de 5 años de edad, la recomendación sería que utilice flotadores tipo alitas cuando se disponga a bañar en piscinas u otros lugares, el uso de este tipo de flotadores requiere constante supervisión del adulto, vele porque el niño(a) pueda familiarizarse con el medio acuático de tal modo que vaya perdiendo el miedo por el agua pero no el respeto por esta.

El uso de los flotadores anteriormente señalados, colaborará mucho en al aprendizaje del niño(a) con respecto a la adecuada manera de desplazarse en el agua, sin embargo el  uso de este tipo de implementos también requiere de la intervención de un adulto que pueda ir corrigiendo los movimientos realizados por los pequeños ya que la reiterada mala ejecución de algunas acciones  no favorecen el aprendizaje del nado toda vez que dichos movimientos una vez adquiridos son difíciles de corregir.

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