En el sistema gramatical español basta el uso genérico del masculino para designar la clase; es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos. La mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto. Resulta grotesca la utilización del “lenguaje inclusivo de género” en la prensa escrita o en documentos estatales, en los que es posible leer, por ejemplo: “todos y todas” o, más grotesco aun, el uso de la palabra “todes” o del símbolo arroba, como aparece en la página web del Poder Judicial: abogad@, funcionari@.La actual tendencia al desdoblamiento del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje, produce repeticiones que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y la lectura de los textos.Tal lenguaje se funda en razones extralingüísticas teñidas de ideologías, a la que obedecen las instrucciones dadas por el ministro secretario general de la presidencia Nicolás Eyzaguirre en su oficio 934 del año 2016 sobre “consideraciones de género en la formulación de proyectos de ley”.

Adolfo Paúl LatorreAbogado4.795.189-5

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