• Dificultad para formalizar su empresa y una escasa capacitación, son algunos de los obstáculos por los que deben pasar las personas que -por necesidad generalmente- deben emprender.
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LAUTARO CARMONA
Un total de 99 mil personas en la región se consideran como microemprendedores, según la Encuesta 2019 sobre la temática elaborada por el INE. De éstos, el 83,3% correspondió a trabajadores por cuenta propia, condición en la que se encuentran la gran mayoría de las mujeres (88%) que pertenecen a este sector. Y si bien, esta condición les aporta una mayor autonomía económica, las condiciones en que realizan estas actividades no son siempre las mejores.

Hace cuatro años aproximadamente, Rocío Espinoza, una joven madre de la comuna de Coquimbo, decidió poner en marcha un tímido emprendimiento.

Y es que el nacimiento de su pequeña hija y la complicación que esto le generaba en cuanto a no poder mantener desde ese momento, un trabajo estable fuera de su casa, la llevó a idear una manera de no descuidar la crianza de su pequeña y, a la vez, conseguir algunos ingresos para vivir. “Quería buscar algo para poder trabajar desde casa”, explica.

Así nació lo que ahora es la chocolatería Le Faucon, iniciativa que, al igual que otras de su tipo, comenzó de manera muy artesanal y en pequeña escala, utilizando su hogar como “fábrica”.

“Comencé utilizando todo lo que tenía a mano, sin ningún implemento ni capacitación por así decirlo. Comencé a vender los primeros chocolates a los negocios del sector, en el colegio de mi hija, por redes sociales, pero todo venta al detalle y en pequeños tamaños”, explica.

En el camino por supuesto, pasó por diferentes etapas y como la gran mayoría de quienes se lanzan en este desafío, debió superar más de alguna dificultad, ya sea desde su propio entorno social como algunas barreras legales que aún tiene pendiente.

“Creo que lo más difícil para comenzar es que hay muchos ‘peros’ en la sociedad, hay gente que ‘tira mucho para abajo’. Más que el hecho del producto en sí o lo que se hace para vender, encuentro que la sociedad no apoya. Y muchos emprendedores decaen por eso, aunque otros toman más fuerza”, señala.

“Este estudio demuestra la existencia de una brecha importante en el emprendimiento entre hombres y mujeres, siendo más negativa en el caso de ellas”, Pablo Pinto, director Escuela de Ciencias Empresariales UCN

Y aunque encontró apoyo en Fosis para iniciar el definitivo camino hacia la formalización de su pequeña empresa, aún está en espera para obtener su resolución sanitaria. Por otro lado, el no estar formalizada aún, le ha generado más de algún problema con algunos de sus clientes, pues “algunos de ellos piden boleta o factura, y yo no tengo. Pero espero que cuando volvamos un poquito más a la normalidad, poder avanzar en eso”.

Mujeres protagonistas

Rocío Espinoza y su historia empresarial forman parte de los 99.001 microemprendedores que, según la Encuesta de Microemprendimiento 2019 elaborada por el INE, existían hasta el año pasado, en la Región de Coquimbo, y que fue publicado ayer. 

Un punto relevante que establece el informe es que de estas 99 mil personas, el 83,3% correspondió a trabajadores por cuenta propia (82.499), cifra que se ubica bajo el promedio nacional (84,6%).

Y si bien es cierto, de ese total regional, 41% fueron mujeres y 59% hombres, el porcentaje de personas microemprendedores por cuenta propia fue mayor en mujeres (88%) que en hombres (80,1%).

Al respecto, la seremi de la Mujer y Equidad de Género, Ivón Guerra, señaló que esta encuesta “es un reflejo de la necesidad de las mujeres de salir adelante y del esfuerzo que tratan de hacer para alcanzar su autonomía económica. Como gobierno la estamos apoyando, pero aún falta más”, señaló.

En ese sentido, la autoridad explicó que el emprendimiento femenino, “ha ido creciendo en el último tiempo, a pesar de las distintas dificultades que tienen en el camino a  diferencia de los hombres. Queremos que la autonomía económica en las mujeres se fortalezca y a través de la Agenda Mujer que lideramos como gobierno y ministerio, estamos trabajando en eso”.

Autonomía versus precariedad

Sin embargo, y a pesar de que son ellas las que más se animan a emprender, la encuesta reveló una cara menos amable de este fenómeno. 

Así, junto con exponer que del total de personas microemprendedoras en la región, el 60,5%  correspondió a informales, es decir, sin inscripción ante el Servicio de Impuestos Internos -y por tanto, sin sistema contable que les permitiera separar los gastos del negocio de los del hogar – el fenómeno de la informalidad afecta más a las mujeres (62,9%) que a los hombres (58,7%).

Pero además, son ellas quienes más dificultades tienen para acceder a la seguridad social, pues según el documento, el 82% de las mujeres microemprendedoras que llevó a cabo su negocio en la región, lo hizo sin acceso a prestaciones sociales (salud, jubilación o seguro de accidentes laborales).

Sobre ello, el académico y director de la Escuela de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica del Norte, Pablo Pinto, señaló, a manera general, que la mayoría de este tipo de emprendimientos, por su tamaño, “corresponden a personas que inician estos negocios por necesidad. De manera que uno esperaría que en momentos de crisis o de situaciones económicas tan dramáticas como las que estamos enfrentando ahora, este número de actividades aumenten, y aumenten tanto la informalidad como este tipo de empleo, que permiten generar ingresos, pero ingresos menores en comparación a los ingresos de los ocupados del mercado más formal”.

Ahora bien, sobre la situación de las mujeres microemprendedoras en particular, el académico sostuvo que ello demuestra la existencia de una brecha importante respecto al emprendimiento entre hombres y mujeres, “siendo más negativa en el caso de las  mujeres, que tienen menores prestaciones, menores ingresos, y por tanto, menores elementos que pueda asegurar la seguridad social a ellas y a sus familias”.

Pinto subraya por lo demás – y recordando el caso de Rocío- que “muchas de ellas son jefas de hogar y por tanto, el que tengan condiciones desmejoradas en este mercado laboral, aun cuando sea informal, genera problemas al interior de las familias y de la generación de ingresos futuros que ellos puedan tener”.

¿Qué hacer?

A nivel general, el académico Pablo Pinto aseguró que el alto número de “cuentapropistas” existente en la región y a nivel país da cuenta de que este tipo de empleo corresponde más bien a un “empleo de subsistencia” más que una fuente de trabajo que genera grandes utilidades a las empresas o a los mismos emprendedores. 

En ese sentido, la seremi de la Mujer, Ivón Guerra, llamó la atención sobre las negativas consecuencias que la actual pandemia del coronavirus ha traído para el mercado laboral, y especialmente para las mujeres, pues “la inserción laboral femenina a nivel nacional ha retrocedido a niveles que no veíamos hace una década y actualmente tenemos un 58% de mujeres fuera de la fuerza laboral. Esto implica que 3 de cada 5 mujeres no están ni trabajando ni buscando empleo, muchas de ellas jefas de hogar, muchas de ellas también, único sustento de familias monoparentales”.

Por lo mismo, el seremi del Trabajo, Matías Villalobos, insistió en que uno de los caminos que deben tomar aquellos trabajadores y trabajadoras que, por diferentes razones han decidido independizarse con un emprendimiento, “es que siempre opten por la formalización”.

“De esta forma”, asegura “tienen la opción de formalizarse como un trabajador independiente lo que les permite tener acceso a salud y seguridad social, gracias a los beneficios de la cotización obligatoria para trabajadores independientes. Mientras que en la opción de formalizarse como una empresa, también trae beneficios asociados al apoyo que podrían recibir para potenciar sus negocios como subsidios, capacitaciones y aporte estatal, que les permitan tener un impulso en sus emprendimientos”.

Mientras tanto, a Rocío Espinoza, el presente le sonríe. Ello porque a su juicio, quizás el camino más claro para avanzar con un emprendimiento, es la perseverancia.

“Hay que luchar. Si uno está convencido de algo hay que seguir adelante. Yo no soy por ejemplo, de quedarme con una sola opinión. Si yo hago un dulce nuevo, hago degustaciones, les regalo algunos a mis clientes, pido opiniones. Hay que ser constante y tener la iniciativa y las ganas de lograr algo”, destaca.

Camino por recorrer

Para el académico de la UCN, Pablo Pinto, existen múltiples caminos para avanzar en la mejora de las condiciones de los microemprendedores, caminos que a su juicio, debieran ser asumidas por una serie de políticas públicas orientadas por ejemplo, a la capacitación –sólo 1 de 4 microempresarios en la región ha recibido capacitación formal -, a mejorar el acceso al financiamiento, y a ayudarlas a transformarse en “generadoras de empleo” de su entorno inmediato.

Asimismo, el experto sostiene que se debiera facilitar el acceso a los trámites del Estado –en especial, en cuanto al costo - para que éstos puedan formalizarse, e incluso, a establecer espacios físicos para que los emprendedores puedan canalizar sus la venta de sus productos.

Por lo demás asegura, se hace necesario también reforzar la educación digital de las personas, permitiéndoles de esta manera, abrirles nuevas ventanas para la venta de sus creaciones, como es la venta y comercio por internet.

 

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